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Carolina Quiroga-Stultz

9 - Fantasmas


Un gaucho argentino muy talentoso en el arte de tejer ponchos se obsesionará tejiendo el poncho más bonito. Dicha obsesión lo llevara a encontrar una inmortalidad inesperada. En el epílogo hablamos sobre los Gauchos, los Cowboys y los Vaqueros. Finalizamos con un poema dedicado al Charro Negro.

Fuentes:

Otras fuentes:

https://www.history.com/topics/westward-expansion/cowboys

https://www.veintemundos.com/magazines/57-de/

https://www.britannica.com/topic/gaucho


- Acerca de Larry Thompson el poeta que le dedicó unos versos al Charro Negro -

Larry Thompson lleva contando historias desde hace más de 30 años, haciendo a las audiencias reír y aprender. Ha contado cuentos sobre la cima de una montaña y entre los valles de Nuevo México y el sur de California en pequeños y grandes escenarios. Larry cuenta historias de vaqueros y cuentos para adultos que siempre ponen sonrisas en los rostros de sus oyentes.

Larry ha publicado tres libros de sus propias historias, incluyendo su nuevo libro: Good Jeans and Good Rhymes (Buenos Jeans y Buenas Rimas); una colección de poesía del oeste. El ha sido ganador del “Concurso de mentirosos de Houston,” y fue elegido el más memorable actor en el Trembling Hills Rehab Center Friends and Fish Cook-off. Larry fue presidente de la asociación de narradores de San Antonio y presidente de la Junta de directores de la asociación de narradores de Texas.


El Eterno Vagabundo de la Pampa

Fuente: El Rey de la Montañas. Un tesoro de historias Latinoamericanas por M.A. Jagendorf y B. S. Boggs publicado por Vanguard Inc.

Adaptado por Carolina Quiroga-Stultz


En Argentina hay un tipo de hombre muy particular al que se le llama gaucho. Estos gauchos son el equivalente a los Cowboys o vaqueros que también conocemos en los Estados Unidos, en México y en otras partes de Latinoamérica.


Ahora los gauchos son muy conocidos por ser grandes jinetes. Y hace mucho tiempo en Argentina eran conocidos por ser excelentes tejedores de ponchos. Un poncho es una pieza de vestir rectangular con una abertura en la mitad por donde pasa la cabeza y cuelga sobre los hombros dejando los brazos libres.


Hace mucho tiempo había un gaucho que era conocido por ser uno de los mejores tejedores de ponchos en toda la pampa, las praderas argentinas. Él era famoso por escoger los mejores colores, patrones y diseños en sus ponchos. Pero como es de suponerse cuando alguien recibe muchos halagos y felicitaciones, el hombre con el tiempo se volvió arrogante y vanidoso; y un día decidió que iba a tejer el poncho más bonito que se había visto en toda la pampa de Argentina.


Pronto el gaucho comenzó a tejer, tejer y tejer, y entre más tejía, tejía y tejía más se olvidaba de su familia, de su casa que se caía a pedazos, y se olvidaba del ganado que necesitaba pastar. Entre más tejía, tejía y tejía más se olvidaba de ir a la iglesia, sus amistades, mejor dicho no había ninguna otra cosa en el mundo más importante que ese poncho.


Pues sucede que el hombre más rico del pueblo, Don José el Rico, estaba organizando una gran fiesta y todo el mundo estaba invitado. Por ahí se decía que Don José el Rico iba a botar la casa por la ventana, es decir que no iba a escatimar en nada. Los amigos del gaucho pensaron que ésta era una buena oportunidad para invitar a su amigo a quien no había visto hace mucho tiempo. Así que vinieron a la casa del gaucho y le dijeron:


Amigo: Che! Tenes que venir a la fiesta de José el Rico, va a ver comida hasta pa’ vender, ¿Que decís?


Gaucho: ¡No che! ¡Yo no voy a ninguna fiesta hasta que no termine mi poncho!


Amigo: Pero che! ¡Te falta un montón, vos nunca vas a terminar ese poncho! ¡Y la fiesta es en dos días!


Gaucho: ¡Ah! Ya verán que voy a terminar mi poncho a tiempo y ahí estaré en la fiesta, en dos días luciendo mi poncho.


Bueno, los amigos se fueron y el gaucho comenzó a tejer y a tejer y a tejer, entre más rápido tejía y tejía y tejía más desigual y chueco el poncho iba quedando. Pero a estas alturas del cuento, al gaucho eso ya no le importaba. Lo único que le importaba eera demostrar a todos que él podía terminar a tiempo su poncho y lucirlo en la fiesta.


La tarde de la fiesta llegó y el gaucho había terminado el poncho. Inmediatamente se lo puso encima, se montó en su caballo y salió disparado como un tiro de camino a la fiesta. Olvidándose completamente de su mujer e hijos, que bien hubieran podido asistir a la fiesta, ya que estaban hambrientos. Pero al gaucho ya nada más le importaba.


Mientras cabalgaba sobre la pampa, el gaucho estaba de buen ánimo. Se deleitaba imaginándose que tan envidiosos los demás gauchos estarían al verlo entrar vistiendo el poncho más bonito que se hubiera tejido en toda la Argentina.


Y mientras el gaucho estaba absorto en sus fantasías narcisistas, no vio que arriba en el cielo volaba en círculos una gran ave que de repente se precipito hacia el gaucho, batiendo sus alas frente de los ojos del caballo. El equino se asustó tanto que relincho y se levantó en sus patas traseras tirando al jinete fuera de su montura.


El gaucho fue a caer en medio de unos arbustos. Allí tirado estuvo inconsciente un par de minutos. Cuando recobro la consciencia, el gaucho abrió los ojos y vio que del arbusto salían manos peludas con garras largas y afiladas que comenzaron a enterrarse tan profundo en su poncho que hasta le rasgaron la piel.


El gaucho trato de gritar: ¡Ayuda! Pero no pudo, porque el poncho que vestia sobre su cuerpo estaba ahora muy, pero muy pesado y había comenzado a cerrarse alrededor de su garganta ahorcándolo.


En ese momento el gaucho escucho la voz del poncho que decía: Vos fuiste un boludo. Vos abandonaste a tu familia, tu casa, tu ganado, tu iglesia, tus amigos por mí. Vos dijiste que yo sería el poncho más bonito que se hubiera visto en la argentina, y ¿acaso te parezco que quede bien hecho? ¡Vos no te mereces nada! De ahora en adelante vas a vagar por la pampa argentina por siempre.


Y desde entonces se dice que, si alguna vez usted va a la Argentina, un hermoso país y es invitado(a) a quedarse en alguna de esas grandes haciendas y una tarde, usted escucha un jinete cabalgando. Y usted sale a ver quién es, y no ve a nadie; bueno ese es el fantasma del gaucho.


Mas aun, otros le dirán, que, si usted está caminando por la pampa y se acerca a un arbusto y ve un poncho abandonado. Luego usted lo recoge, le sacude el polvo, lo mira de cerca y dice: ¡Vaya que colores más bonitos, que diseños tan finos!


Luego lo voltea y ve que hacia el final el poncho se ve que no fue muy bien terminado, está medio chueco. Bueno hasta ese momento usted está a salvo, pero si se atreve a ponerse el poncho encima, me temo querido oyente que con certeza la maldición que cayo sobre dicho gaucho le será transferida a usted.


Y colorín colorado este cuento se ha acabado.


Comentario


Muy bien hablemos de la historia. Primero me gustaría hablar sobre la palabra CHE, la cual es una expresión usada en la historia. CHE es una expresión argentina muy popular y es usada en un contexto amigable. Sin embargo, hay diferentes teorías sobre el origen de dicha palabra.


Una teoría dice que la palabra CHE, viene del lenguaje Mapuche. Ahora la cultura Mapuche está localizada en el sur de sur América y en su idioma, CHE significa hombre. Otra versión dice que la palabra CHE viene de la lengua guaraní, la cual es otra cultura indígena sur americana, y en su lengua, CHE significa Usted.


Muy bien ahora hablemos sobre el poncho, el cual es un símbolo de la tradición gaucha. Este comentario nos llega de la página web veintemundos.com. No se sabe muy bien de donde viene el poncho porque sus raíces se pueden rastrear a diferentes culturas. Numerosas naciones indígenas han reportado el uso del poncho. Hoy en día se ha convertido en una prenda simbólica del gaucho argentino. El poncho es usado como una capa o una manta e incluso puede ser usado como una almohada en aquellas noches cuando deben dormir bajo el cielo estrellado.


En los Andes suramericanos el poncho también es muy popular, pero la verdad es que el poncho se usa desde México hasta la Patagonia.


Diferentes diseños y materiales son usados para tejer el poncho. Cada región se enorgullece y asegura tener un tipo de poncho único y tradicional. Históricamente el poncho se hacía a partir de la piel de llamas, vicuñas, alpacas o guanacos. Sin embargo, con el tiempo los textiles reemplazaron dicha tradición. En la actualidad el tamaño, color, forma y textura del poncho son distintivos en cada comunidad de donde proviene.


Finalmente hablemos de los gauchos. Según el diccionario britannica.com el gaucho es un jinete nómada de la pampa, es decir de las praderas argentinas y uruguayas.


Este tipo de hombre floreció en la mitad del siglo XVIII hasta el siglo XVIII (o en letras) y ha permanecido como un héroe en el folklore argentino, tal como el vaquero o el cowboy. Los gauchos eran usualmente mestizos, probablemente de padre europeo y madre indígena. Aunque se ha reportado que también hubo gauchos mulatos, padre blanco y madre negra.


A partir de sus baladas y leyendas, los gauchos se convirtieron en parte importante de la cultura argentina. Escritores argentinos celebraron a este personaje en obras como El Gaucho Martin Fierro escrito por José Hernández en 1872 y Don Segundo Sombra escrito por Ricardo Guiraldes en 1926.


A mediados del siglo XVIII cuando los comerciantes británicos, franceses, portugueses y holandeses controlaban el muy rentable negocio de contrabando en la región fronteriza de Buenos Aires, los gauchos comenzaron a cazar la gran cantidad de caballos y ganado que vagaba libremente por la pampa. Los cuales se habían multiplicado prodigiosamente desde su introducción por parte de los europeos, durante los varios intentos de colonización que se llevaron a cabo en el sur de sur América, pero esa es otra historia.

*** De forma similar al gaucho argentino, los cowboys jugaron un papel importante durante la expansión de los Estados Unidos hacia el oeste. Técnicamente el personaje del cowboy se originó en México, sin embargo, los cowboys americanos desarrollaron su propio estilo y reputación. De hecho, durante el siglo XX su estilo de vida se volvió un icono y fue mostrado con más glamour del que en verdad tenia, en numerosos libros, películas y programas de televisión.


Hablemos entonces de los cowboys y los vaqueros. Poco después de la llegada de los españoles a las Américas, después del año 1519 se comenzaron a construir ranchos donde se criaba ganado y otros animales. La mayoría de los animales, incluidos los caballos, las vacas y los cerdos fueron traídos de España para trabajar en los ranchos.


En particular en los Estados Unidos, estos vaqueros eran contratados por rancheros para que cuidaran y administrar el ganado y fueron conocidos por sus habilidades con el lazo, al montar a caballo y en las tácticas usadas para arrear la manada.


Al principio de los años 1700, las rancherías se habían extendido por todo lo que hoy son los estados de Texas, Nuevo México, Arizona e incluso hasta la Argentina. Y hacia finales del mismo siglo las rancherías ya habían sido introducidas al resto del lejano oeste estadounidense.


Con el tiempo el trabajo de los Cowboys incluyó arrear el ganado, cuidar los caballos, reparar las cercas y casas, ayudar en las recogidas de ganado y en algunos casos prestando una mano para establecer pueblos fronterizos.


Muchos Cowboys desarrollaron una mala reputación por no seguir las leyes y en algunos casos incluso se les prohibió entrar a algunos establecimientos. El típico Cowboy vestía sombreros grandes de ala ancha para protegerse del sol, botas para ayudarles a montar los caballos y bandanas para protegerlos del polvo. Algunos también usaban zahones o chaparreras sobre sus pantalones para proteger las piernas de las espinas de los cactus y del terreno rocoso.


Cuando los Cowboys vivían en ranchos compartían las barracas, conocidas como los dormitorios de los trabajadores. Y para entretenerse algunos cantan canciones, tocaban guitarra o la armónica, y hasta escribían poesía.


Cada día de trabajo era difícil y laborioso. En algunos casos la jornada laboral era de 15 horas y la mayoría de ese tiempo estaban a caballo o haciendo alguna labor física.


Así que como pueden ver vaqueros, Cowboys y gauchos tuvieron y tienen mucho en común desde las tradiciones, formas de trabajar y hasta en las ambiciones. Es por eso que, si ustedes están pensando que la historia de ese ambicioso gaucho no es sino un cuento, o aunque fuese cierto, ustedes jamás lo conocerán porque él sólo cabalga los caminos polvorientos de la pampa Argentina; pues quizás tengan razón.


Pero el otro día un muy buen amigo mío Larry Thompson, un contador de cuentos tejano, quien conoce muchas historias de Cowboys y vaqueros, me recordó que aquellos que viven en ambos lados de la frontera entre México y Estados Unidos también tienen algo que temer. Y no es el fantasma del gaucho sino el fantasma del legendario charro negro.


Y aquí a continuación les traigo el cuento que Larry Thompson me contó y me permitió traducir al español. Ahora, si al final del programa ustedes acaban pensando que conocen otra versión del charro negro o de aquel infame gaucho, déjenos un comentario y cuéntanos la historia.

****

Existe una leyenda contada al sur de la frontera sobre un sombrío esqueleto, que cabalga un negro semental y viste la ropa ostentosa de una charreada. La leyenda cuenta que este personaje asecha mujeres que caminan solas las desiertas sendas oscuras – y si las convence de que cabalguen con él – bueno, eso significa una muerte segura. No muchas personas sobreviven para contar acerca del encuentro con este personaje – pero las pocas almas que lo han hecho ayudan a difundir su leyenda en un esfuerzo por mantener a las jóvenes señoritas fuera de peligro.


Este es –


El Charro


Historias se han contado de una figura fantasmal vestida del plateado y negro del Charro.


Montando a horcajadas un caballo negro, él cabalga en la noche por los desiertos del antiguo México.


No mucha gente lo ve, si alguien cruza su camino el jinete hablará con su voz fantasmal,

Si se detienen y lo enfrentan, él ofrecerá su mano y al caminante se le dará a elegir.

Un hombre sabio huiría sin tomar el guante de este tan bien vestido y sobrenatural Charro.

Un tonto lo tomaría y jamás sería visto de nuevo y sus amistades se quedarían con su dolor.

Dicen que el Charro prefiere una mujer, señoritas y señoras, todas lo aman.

Carisma y encanto son el señuelo del fantasma pero la perdición siempre aguarda (a quienes se lo encuentran).

Las viejitas son claras (cuando dicen): “Si el Charro aparece no tomen su mano bajo la luz de la luna


Solo caminen a su lado y jamás monten su caballo así estarán a salvo a la luz de la mañana

Pero Camilla caminó sola por el De Agosto, en el desierto y solitario aire de la noche.

Mientras apura el paso en el camino oscuro y polvoriento de la nada El Charro apareció.

El Charro comenzó a platicar desde lo alto de ese caballo y sus ojos brillaban rojos mientras caminaban.

Camila se sonrojaba mientras le contaba todos sus sueños. El deseo del charro por ella aumentaba mientras ella hablaba.

Cuando Camila se detuvo a descansar él vio su oportunidad amablemente lanzó el señuelo de su trampa diciendo “Mi Querida”

“Déjame llevarte, mi caballo es fuerte móntate – desde aquí él nos llevará en adelante”

Cansada y sedienta Camila tomó su mano y él la levanto y la sentó en la silla tras él.

Los brazos de ella abrazaron el delgado y huesudo pecho Ella sintió el fuego del infierno quemando dentro de él.

El Charro miro hacia atrás con fuego en sus ojos mostrando una calavera blanqueada bajo su ala

Ella olio su aliento de keroseno Y mientras el Charro reía, gusanos trepaban por sus dientes mientras sonreía

Camila comprendió muy tarde el error que había cometido al haberse dejado embelesar y haber subido a su montura


Ella lucho por saltar (del caballo)

¡Que batalla! ¡Perdida! a ella ya no se le permite desmontar.


El oscuro jinete se giró y jaló las riendas, La bestia endemoniada galopó fuera de la vista.

Sin embargo los gritos de Camilla todavía se escuchan,

En esas desiertas y oscuras sendas en el viento - de un antiguo México – nocturno.

Y eso es todo por hoy, Tres Cuentos les dice qué hay obsesiones que no valen la pena perseguir en esta vida terrenal, porque sin querer queriendo quizá nos las llevemos para el mas allá. Nos escuchamos pronto adiós.


Lista de créditos por canción

Ethnoamerica – Freesound.org - Serveng

Day of Recon – Max Surla, Media Right Productions

Slow Tango - Andrew Huang

She died up there you know - Dan Bodan

Hangin’ with the worms - Doug Maxwell/Media Right Productions

Argentina_Tango_Bandonian – Doug Maxwell

Intimate Tango - Doug Maxwell/Media Right Productions

Inexorable - Creative Commons Attribution LIcense (https://creativecommons.org/licenses/by/4.0/)

Spanish Dance – United States Marine Band

Spanish Rose - Chris Haugen

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