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Carolina Quiroga-Stultz

2 - Suspenso


Una mujer muy curiosa querrá saber lo que los perros ven en la noche cuando ladran y para su sorpresa la curiosidad la meterá en problemas con el más allá. En el epílogo exploramos la creencia gallega sobre el purgatorio y cómo algunas almas se manifiestan para pedir ayuda o causar mal.






Fuentes:

1. The House Between the Earth and Sky (La casa entre el cielo y la tierra). Harvesting New American Folktales. Stories collected by Joseph D. Sobol. Published by Teacher Ideas Press, Portsmouth, NH.

2. The Bird Who Cleans The World and Other Mayan Fables. Victor Montejo. Published by Curbstone Press (Northwestern University Press). Copyright © 1991 by Vievee Francis. Translation Copyright © 1991 by Wallace Kaufman. All rights reserved.


Lo que los perros vieron

Adaptado por Carolina Quiroga-Stultz


Su nombre era Rosa, y Rosa era una de esas mujeres que no exactamente le gustaba meterse en sus propios asuntos. En otras palabras, era una chismosa. Siempre preguntando por esto, por aquello, por él, por ella. Pues sucede que Rosa vivía en una pequeña casa con sus tres perros. Al lado izquierdo de la casa, corría un arroyo, casi seco y pasando el arroyo estaba la iglesia.


Pasó que Rosa desde hace un tiempo había notado que ciertas noches en el año, usualmente alrededor de los primeros días de noviembre, cerca del día de las ánimas o alrededor de la Semana Santa, sus perros salían a ladrar a la media noche por tres días seguidos.


Cada vez, Rosa, salía al porche de su casa a ver si es que alguien estaba traspasando en su propiedad, pero no, ella nunca vio nada inusual.


Sucede entonces que la noche del 31 de octubre, cuando comienza nuestra historia, este evento mantuvo a Rosa despierta toda la noche. Así que al siguiente día, Rosa se fue para la iglesia a preguntarle al cura, ¿que qué estaba pasando? ¿Y saben que le dijo el cura?


– ¡Ay! Rosa, Rosa, no pregunte esas cosas, más bien váyase, váyase, no piense en eso.


¡Ah! pero Rosa estaba decidida a no olvidarse del asunto. Por el contrario, se acordó lo que su madre alguna vez le había dicho: que, si quería ver lo que los perros veían tarde en la noche, todo lo que tenía que hacer era limpiarle la lagaña a un perro, frotarsela en los ojos y esperar.


Pues esa noche, a eso de las once, salió a su porche, se sentó en su mecedora y llamó a su perrita favorita, Pepita, le limpió la lagaña, se la froto en los ojos y se sentó a esperar. Cuando las campanas tocaron la media noche, sus perros comenzaron a (ladrar). Al principio no vio nada, pero si escuchó un murmullo, un susurro en su oído izquierdo.


-Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. Gloria al Padre, Gloria al Hijo, Gloria al Espíritu Santo. Amén.


Rosa miró hacía al arroyo y allí es cuando ve la primera de las ánimas. La primera de las almas en pena que residen en el purgatorio, con su vestido blanco, su vela y rezando. Y detrás de ella había muchas más. Todas con sus vestidos blancos, cargando velas, rezando y algunas de ellas arrastrando cadenas. Era una procesión de ánimas.


Rosa vio la procesión de ánimas caminar hacía la iglesia, y cuando parecía que iban a desaparecer en la distancia, la última de las ánimas se detuvo y lentamente se giró hacia Rosa, y en un parpadeo, estaba allí, en frente de Rosa, ofreciéndole su vela. ¡Oh! Y si había algo que Rosa sabía, era que uno no contradice a un alma en pena, uno no la hace enojar. Así que, que opción tenía. Rosa levantó la mano, agarro la vela y cuando lo hizo, ¡puf! El anima desapareció. Se desvaneció en el aire.


Sin embargo, Rosa todavía tenía la vela en la mano. La soltó, se entró a la casa y cerró la puerta. Pero cuando miro hacía el suelo, la vela estaba allí, a sus pies. Rosa pensó que alguno de los perros la había traído a la casa, así que se agacho, tomó la vela, salió de la casa y se dirigió hacia el arroyo. Cuando había caminado por la orilla buscando una parte donde el arroyo tuviera más agua, tiró la vela y se regresó corriendo a la casa. Fue a su cuarto, se arrodilló al lado de la cama, tomó el rosario, cerró los ojos y comenzó a rezar.


-Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. Gloria al Padre, Gloria al Hijo, Gloria al Espíritu Santo. Amén.


Cuando finalmente logró calmarse, abrió los ojos, y allí estaba la vela, en frente de ella. ¡Oh! Esa noche no se pudo deshacer de la vela y no pudo dormir. Al siguiente día fue a visitar al cura. ¿Y saben qué le dijo?


Ay Rosa, Rosa, ¡yo le dije! Pero es que a usted todo le entra por un oído y le sale por el otro. Pero tranquila, tranquila, hay algo que usted puede hacer.


Básicamente, tenía que regresar la vela, pero por supuesto, cualquier cosa podía pasar.


Esa tarde Rosa, se sentó en su mecedora, afuera en su porche. Y se puso a pensar en todas las cosas que podrían suceder esa misma noche. Que todas las ánimas le ofrecieran sus velas, que nunca más regresaran, que ella era una de las ánimas en la procesión, que el ánima no quisiera la vela de regreso. ¡Oh! Créanme, no pudo descansar.


A eso de las once de la noche, Rosa llamó a su perrita favorita, Pepita. Le limpió la lagaña, se la frotó en los ojos y se sentó a esperar, con Rosario en una mano y la vela en la otra. Cuando las campanas tocaron la media noche, sus perros comenzaron a (ladrar).


Al principio no vio nada pero si escucho el mismo murmullo, el mismo susurro que venia del arroyo. Cuando volteó hacia su izquierda allí estaba la procesión de ánimas, todas con sus vestidos blancos, sus velas, rezando y algunas de ellas arrastrando cadenas.


Rosa vio la procesión pasar y cuando parecía que se habían olvidado de ella y que se iban a desvanecer en la distancia, la última de las ánimas se detuvo, se giró hacía Rosa y en un parpadeo estaba allí en frente de ella pidiendo su vela de regreso.


¿Buenas noticias, cierto? El problema ahora era que Rosa estaba convencida que algo malo iba a suceder. Así que cuando le estaba pasando la vela al ánima y esta ya la había cogido con su mano, Rosa no soltó la vela. Ambas, el ánima y Rosa comenzaron a forcejear. De aquí para allá, de allá para acá. Hasta que el ánima se enojó y dijo: ¡Pronto! ¡Puf!


El ánima desapareció con su vela, se desvaneció en la niebla de la noche y mientras tanto Rosa, cayó en el suelo inconsciente.


Al siguiente día por la mañana, el cura pasó por la casa de Rosa a ver qué había sucedido. Él fue quien la encontró en el suelo, fielmente resguardada por sus perros.


Dicen que a Rosa le tomó un par de días despertar, recobrar conciencia y recordar lo que había sucedido. La gente dice que la mujer regresó a su rutina habitual pero ya no era la misma. Constantemente se sentaba afuera en el porche, en su mecedora, mirando hacía el arroyo, como si viera pasar algo, una y otra, y otra, vez.


La vecina que estuvo allí cuando Rosa murió, poco después del incidente, contó que antes de que el rosario de Rosa se deslizará por sus dedos y tocará el suelo, la última palabra de Rosa antes de exhalar el último aliento fue: ¡Pronto!


Epílogo


Bueno queridos oyentes. Imagino que algunos de ustedes estarán preguntándose acerca de aquellos objetos que adquirieron en una venta de garaje o que heredaron de algún pariente o amigo(a).

Así que para ayudarles a entender un poco más sobre el contexto o trasfondo de esta historia me gustaría compartir un par de notas al respecto.


Debo aclarar que lo siguiente puede causar malestar o asustar a algunos. Igualmente, aunque las siguientes notas tienen connotaciones o fuentes religiosas, específicamente católicas, en ningún momento es mi deseo evangelizar o criticar.


Simplemente quiero que conozcan más sobre la creencia de las almas que penan o que no descansan después de morir porque dejaron asuntos pendientes. Si es verdad o no, a mí no me consta, pero si creo que la creencia en el purgatorio les da un respiro a muchos, al pensar que, lo que algunos que hacen mal en esta vida y no logran pagar ante la justicia de los hombres, por lo menos lo harán bajo la justicia del de arriba.


Comencemos con las ánimas y el purgatorio. ¿Algunos se preguntarán, eso que es? Del ensayo "La creencia popular en las almas del purgatorio en lo valles de los ríos Andarax y Nacimiento" por Manuel Matarin Guil.


De acuerdo con la creencia católica, el purgatorio es un lugar o un estado en el cual se espían las culpas y pecados. En los principios de la iglesia, el sistema dualista de la iglesia católica proponía que las almas eran juzgadas dos veces: Cuando la persona moría y al final de los tiempos.


En el primer juicio, dependiendo qué males había hecho la persona en vida, el alma era sentenciada a los fuegos eternos del infierno o era enviada al cielo. Pero a partir del segundo y cuarto siglo después de cristo, el cristianismo comienza a reflexionar sobre la situación de aquellas almas que no habían pecado demasiado para ser condenadas al infierno. Y es para el siglo XII que la palabra purgatorio aparece como sustantivo. También vale la pena decir que la presión de creencias populares, quizás paganas, sobre los académicos religiosos, abrió las puertas para inclusión de este concepto.


En 1930 Von Kepler escribió unas guías para los predicadores donde les recomienda que cuando hablen del purgatorio a la congregación, hagan énfasis en los aspectos mas dolorosos porque lo más importante es movilizar a los vivos a sentir pena por las almas que penan. Ya que las almas en dicho estado, no se pueden ayudar a si mismas. Son los vivos los que con rezos, sacrificios, misas y diezmos pueden ayudarles a salvarse. Desde entonces se cree que las almas se muestran a los vivos que tienen alguna deuda con ellos. También puede aparecerse a familiares o amistades cercanas con el objetivo de obligarlos a cumplir promesas que los muertos no llevaron a cabo en vida.


La última nota nos viene de la página web de la Asociación de Narradores Orales de España, el titulo del articulo es "El mundo de las animas, los difuntos y la tradición de difuntos en la tradición gallega", escrito por el antropólogo Rafael Quintia Pereira.


Según el autor, las animas tiene una naturaleza ambigua pueden ser buenas o traer malas intenciones, pueden interceder ante Dios por nosotros y ayudarnos con los problemas del día a día o pueden pedir justicia y venganza. Incluso molestar a los vivos hasta que los aterrorizan.


Según el antropólogo Marcial Gondar, las animas se pueden manifestar de diferentes formas, como abejas, libélulas, mariposas, etc. También se pueden mostrar como luces o sombras.


Hay ciertos tiempos durante el año en que es más fácil verlas transitar por nuestro mundo. Se cree que las animas vienen en la víspera de navidad o alrededor del 2 de noviembre. Por ejemplo, en Galicia, en la noche de difuntos, los platos no se recogen de la mesa porque se cree que las muertes regresan con hambre. ¡Ah! Y se creían que esa tradición solo era mexicana.


Bueno ya saben hay otras culturas que comparten similitudes. Igualmente dejan el fuego de la chimenea encendido toda la noche porque aunque las animas vienen de un lugar rodeado de llamas, se dice que llegan a visitarnos con mucho frio.


Finalmente, la procesión de las animas sucede en la noche y si se las ve es porque pasan anunciando la próxima muerte de alguien.

Muy bien mis queridos oyentes, antes de finalizar el programa los voy a dejar con un cuento más. Y este nos llega del libro “El Pájaro que Limpió el Mundo, y Otros Cuentos Mayas” por Victor Montejo, publicado en inglés por Curbstone Press en 1991.


El Niño Que Vio Visiones


El viejo perro Tuzik salía todas las noches afuera de la casa y ladraba sin descanso. Sus orejas grandes se paraban y él se inclinaba hacia delante como si estuviera espiando algo en el horizonte, algo fantasmal, algo horrible, visiones que aterrorizaban al pobre perro. Por supuesto los dueños de la casa no podían pegar el ojo, dormir.


La madre le dijo a sus hijos que los perros que aúllan en la noche como Tuzik, tienen visiones y pueden ver cosas extrañas que otros perros no pueden ver y que mucho menos los humanos pueden ver. Y en lugar de ser algo bueno para los perros es más bien como una maldición que no los deja dormir y lo peor es que los mantiene aterrorizados.


El pequeño niño Tik-Lol que había escuchado las palabras de su madre quería saber si eso era verdad. Así que una tarde ignorando el consejo de su madre se acercó al perro le limpió la lagaña de los ojos y se lo froto sobre sus ojos como si fuera un ungüento que hubiese tomado de los ojos del perro.


Poco después de eso el niño comenzó a ver cosas extrañas y sus gritos despertaban a los vecinos.

- ¡ay! ¡ay! ¿qué es eso? no dejen que me atrape ¡ay! ¡ay!


Cada noche Tik-Lol lloraba y su llanto se unía al aullido de su perro y ambos temblaban mientras miraban hacia el horizonte. El pobre niño no pudo soportarlo más, estaba tan aterrorizados que dejo de comer y con el tiempo murió.


Desde entonces quedó claro que nadie debe frotarse sobre los ojos con lagañas del perro porque eso con seguridad les hará ver visiones que con el tiempo nos destruirán. ¡Además que asco!


Y colorín colorado este cuento se ha acabado


Créditos Musicales

Ethnoamérica por Serveng

Day of Recon por Max Surla, Media Right Productions

Lost in the Forest por Doug Maxwell, Media Right Productions

Funeral March por Chopin

Darkest Child de Kevin MacLeod está autorizada la licencia Creative Commons Attribution (https://creativecommons.org/licenses/by/4.0/) Fuente: http://incompetech.com/music/royalty-free/index.html?isrc=USUAN1100783

Decline por Decline de Kevin MacLeod está autorizada la licencia Creative Commons Attribution (https://creativecommons.org/licenses/by/4.0/)

The Black Cat by Aaron Kenny

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